Nádia Schilling nos lleva a una reflexión sobre el frágil equilibrio -y la belleza- que se encuentra entre las decepciones y la búsqueda de lo admirable, evocando la inocencia de un tiempo que pasó, pero que sigue presente, y hablando del desafío -a veces oscuro y austero- que surge de nuestros defectos e imperfecciones, en el que hay misterios que deben ser preservados.
Menos comedido en la intersección de géneros y la experimentación sonora, el disco incorpora elementos que surgieron espontáneamente en los shows en vivo: una dimensión eléctrica y experimental, una dinámica que alterna la suavidad folk con un sonido menos pulido, crudo y visceral. Aparecen guitarras más distorsionadas, capas de voz, sintetizadores, coros, pedales de efectos, y donde la sección rítmica -antes suave y discreta- adquiere un mayor protagonismo.
En vivo, Nádia Schilling está acompañada por el bajista João Hasselberg (Tiago Bettencourt, Janeiro, Pedro Lucas, André Júlio Turquesa, Surma), el guitarrista Pedro Branco (Afonso Cabral, Tiago Bettencourt, Old Mountain, You Can't Win Charlie Brown, Marinho), el baterista Bruno Pedroso (Heróis do Mar, Mler si Dada, Salvador Sobral) y la pianista Raquel Pimpão (Raging Jazz, Catarina Branco).