PARAÍSO PLÁSTICO, nombre que evoca de manera crítica y metafórica a una isla desierta en mitad del Pacífico a miles de kilómetros de la civilización, santuario para especies en peligro de extinción y que la actividad humana ha convertido en un vertedero de residuos de plástico, es la contundente nueva propuesta que se presenta desde tierras catalanas. A medio camino entre el rock alternativo y el stoner y con toques de post-rock, el proyecto liderado por Carles Sucarrats (Fang, Praga, Tom Hagan, Rooms) transmite desde la primera nota una amalgama sonora directa y honesta, sin la presión de ceñirse a un estilo concreto, debido en gran parte a la veteranía y recorrido de sus componentes. A esta nueva aventura se unen desde un inicio una poderosa sección rítmica: Óscar Martínez a la batería (Without, Miau miau, Tom Hagan) y Xavi Olmos al bajo (Joe Lamborghini, El Hombre Dinamita, Atomic Bufalo), que rezuman contundencia combinada con precisión y sensibilidad. Les complementa Jordi Ruíz (Exxasens, Nonimage, Lume, Playmotive) a la guitarra y sintetizadores que, sin complejos, aporta una ambientación épica, enriqueciendo con sus arreglos e instrumentación la propuesta. Sabiendo que la suma de las partes no es una entidad permanente, sino una confluencia de fuerzas que chocan para mostrar algo impredecible, a la voz de Paraíso Plástico se encuentra Sergio Ledesma (teclista en Exxasens, cantante en Nonimage, escritor y guionista) que aporta un toque más pop, épico y emotivo a este cóctel musical. En las letras, realidad y ficción conviven en esperpéntica armonía. La voz se sitúa en el epicentro de este estallido musical para guiar al oyente por historias cotidianas y satíricas que difícilmente le dejarán indiferente.

Su primer disco “Aquí no hay vida inteligente” (1/3/2019), grabado y mezclado por Dani Gil en 7 Barbas Estudio, se inspira en una ambigüedad metafórica para criticar sin ambages la estupidez humana y su deriva hacia una civilización sin sentido común. Una sociedad sucia, en la que individuos pobres de moral son responsables de su fracaso. El espíritu de este disco suena a rock, sin disimulos ni necesidad de sacarle brillo a la etiqueta “alternativo”, con un claro guiño al pop rock español de los 90.